sábado, 4 de julio de 2015

Será eterno mientras dure.


Un día conocí  a Felicidad, extasiada, plena, energética. Admiración a primer contacto. Afortunada compañía. Junto a ella empecé creer en la magia. Me prometió la Luna, el amor eterno y algún que otro humo disfrazado de regalo. Fue bonito, jodidamente bonito, Sin embargo lo nuestro duró, lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks…  poco.  Nos sobraron precauciones y medidas preventivas. Se fue sin previo aviso, con la cama sin hacer,  sin ropa en la maleta y sin billete de vuelta. De repente me encontré sola ante el abismo, a medio caer, pero sin ceder.
No obstante, un día cualquiera…
 Apareció
Me presentaron a Tristeza. La había vislumbrado anteriormente, pero siempre se quedaba en el umbral, mirándome a lo lejos,  sin atreverse a entrar, siempre se lo agradecí, nunca me dio buena espina., Pero aquel día… aquel día  entro a bocajarro, a pleno pulmón, aprovechando que la llave no estaba echada y yo no estaba ni para girar el pomo de la puerta. Se instaló sin preguntar, en el lado de la cama que tú ya no ocupabas.
Convivimos a duras penas durante un tiempo, pero no muy prolongado. Con el paso de los meses dejó de pasar el día en casa, solo venía a pasar las noche... Se estiraba junto a mí, me miraba a los ojos, con una intensidad aplastante y sin decir una palabra se quedaba ahí a escasos metros de mí. Nunca me atreví a preguntarle donde pasaba todo el tiempo que no estaba conmigo, pero temí que se colara de extranjis en casa de otra persona.
Poco a poco aprendí a vivir conmigo misma.
Caí en la cuenta, que todo lo que viví junto a Felicidad eran meras patrañas, humo celestial, pero evaporable. Comprendí que Felicidad era inestable, insegura y sobretodo mentirosa.  Alegó estar bajo los efectos del amor, lástima que nuestro amor tuviese diferente significado. Pero yo acabé todas esas frases que no tuvo el valor de empezar.
A veces Felicidad me visita. Mismo nombre, diferentes cuerpos.
Sin embargo ya no creo en las verdades, solo creo en las mentiras.

Tu amor, amor, se quedó a medio camino cuando el mío llegó a la meta. Lástima.




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De mi, para tí