jueves, 22 de octubre de 2015

Cuando gritas sin voz.

Escribo y borro y pienso
y escribo y borro
y borro y borro
y vuelvo a escribir.
Y es que me cuesta encontrar la inspiración en esta nube gris, que sin embargo clarea a la luz de la Luna.
Me cuesta encontrarle el sentido a esta mierda de mundo.
Me cuesta
y me cuesta
 y más por la noche,
cuando la mente aprieta.
Me cuesta entender como cuatro décadas después de la muerte de Franco, seguimos permitiendo que los que están ahí arriba nos muevan a su antojo, siendo nosotros los protagonistas de un espectáculo de marionetas.
¿Democracia?
¿Eso que es?
¿Se come?
Me he dado cuenta que cada vez me quejo más y me quejo, me quejo mucho y fuerte.
Me cuesta entender, como nosotros, modernos a más no poder, alimentamos a base de bien y tan bien a una panda de desgraciados, que por la gracia de “Dios” viven entre algodones.
 Si, hablo de la Casa de Su Majestad el Rey de España y de todos los retrasados que los acompañan.
Pero EH, que la culpa es nuestra, por permitir que en pleno siglo XXI sigan ahí, viviendo, en sus palacetes, rascándoselos a dos manos.
Pa'rriba y pa'bajo,
pa' derecha e izquierda.
Dale que dale y así
toldia.
Que trabajar,
trabajar es levantarse cada mañana, por que tienes algo por lo que luchar, por que tienes algo que defender. Trabajar es ir y demostrar que tu sueldo, lo mereces, que no te lo regalan.
Que para eso, ya están otros.

 Por todos los que están y que se fueron
por todos los que están y que pelean.
Que a la tercera, va la
vencida,

lunes, 12 de octubre de 2015

...

 Prometo
 que no me iré de aquí
 hasta que no tenga
 el cuerpo repleto de
 cicatrices.
Que no me engañan
con los;
 mejor prevenir que curar.
 Que tu y yo sabemos
 que por quedarnos a las puertas
nos ahorramos muchas heridas
pero fuimos menos
humanos.
Por eso brindo por todas esas batallas
 vencidas,
pero  sobretodo lo hago en las únicas
que vale la pena cantar victoria,
 las  perdidas,
las únicas que me hacen,
 invencible.