Nunca
se me dieron bien los principios y menos los finales felices,
siempre fuí de vivir a todo gas y con el depósito de gasolina a las
últimas.
Cierto es, tengo complejo de funambulista ambiciosa, andar por la cuerda
floja para mi es sinónimo de vida.
En
mi lista de palabras no existe el término pasado y mucho menos el
futuro, en cambio presente esta recalcada en negrita, en cursiva y
subrayada en fosforito.
No
sé vivir en el ayer, ni tampoco el vivir para mañana, no me han
enseñado o yo no he dejado que lo hicieran. El motor que me roba el
aire y me conduce es el hoy, con sus horas, sus minutos y sus
instantes. Nunca me he parado a pensar el porqué de este existir,
pero es fácil y conciso, le tengo miedo al tiempo, le tengo miedo a
la muerte. Que morirme ya lo haré algún día, pero no hay nada peor que irme muriendo antes de morirme del todo.
Odio
la gente que es incapaz de saborear los minutos que proporciona la
vida, planeando cada momento de su existencia, sin darse cuenta que
el día de mañana no es palpable y que los infinitos están llenos de
finales.
¿ESPERAR?
¿ESPERAR
PARA QUÉ?
¿ESPERAR
PARA QUIÉN?
¿ESPERAR
HASTA CUANDO?
Aún
así el ahora es siempre más tarde de lo que puedas llegar a creer,
sin embargo es la única verdad que posees y que lo demás está de
más.
Soy
así, de caminar por la vida al borde del abismo y de huir,
absolutamente de todo(s).
Siempre
he sido un poco kamikaze, yendo en contra dirección, en contra del
mundo.
Soy
de impulsos, de pasiones y de latidos a toda marcha, a punto de
escopeta.
De
hablar y luego pensar.
De
actuar y luego... bueno oye
que
lo hacemos y ya vemos.
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De mi, para tí